Cuando
entramos al Reino de Dios empezamos una nueva vida, es necesario aprender a
vivirla porque es un regalo que el Señor nos da, es como recibir un automóvil
nuevo, full equipo que debemos aprender a manejar, lo primero que debemos saber
es su duración.
El ciclo de la vida con el que nos hemos familiarizado es el de
nacimiento, desarrollo y muerte, de esa manera la muerte es considerada “parte
de la vida” ya que es el término de un proceso natural inevitable que se cumple
en toda la existencia, todos los ciclos de vida terminan con la muerte.
Por
esto la muerte nos parece natural y ni siquiera cuestionamos su existencia no
nos imaginamos una existencia sin su propio y natural término o sin la muerte.En el principio cuando Dios creó al hombre no era así, la muerte no estaba incorporada en la humanidad, de hecho la muerte entró al hombre después del pecado, en Romanos 5:12 el apóstol Pablo nos aclara:
“Por tanto, como el pecado entró
en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así
la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”
En ésta cita el apóstol relaciona directamente el pecado y la muerte, incluso culpa al pecado como la causa de la entrada de la muerte al género humano, el pecado es primero luego la muerte. En la advertencia sobre no comer del fruto del bien y del mal Dios le dijo a Adán que el mismo día que comiera de ese fruto moriría (Gn 2:17), por lo tanto en el mismo acto de desobedecer a Dios y comer del fruto ellos murieron, seguían teniendo espíritu pero estaba muerto para Dios. Su muerte no fue física (Adán vivió más de 900 años, Gn 5:5) sino espiritual ya que el espíritu de Adán se separó de Dios, que representa la vida, es por eso que nosotros heredamos la muerte, en sentido espiritual, estábamos “separados de la vida” y Jesucristo vino para darnos la vida uniéndonos al Padre.
En Efesios 2:1 el apóstol Pablo ratifica esta idea diciendo: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,…”. El estar en pecado es estar muertos y todos nosotros pasamos de muerte y separación de Dios a reconciliación y vida. Porque sólo reconciliados con Dios tenemos vida.
VIDA NUEVA Y ETERNA.
Cuando nacemos de nuevo, del agua y del espíritu,
debemos creer que muere la vieja vida de naturaleza carnal que lleva en sí
misma la muerte y la corrupción del pecado y es engendrada una nueva vida
espiritual que se caracteriza por ser una existencia incorruptible y por lo
tanto eterna. La promesa de vida eterna la podemos encontrar en varios pasajes del nuevo testamento, pero la mas conocida es la que encontramos en Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.”
Es evidente que la vida eterna no es para vivirla
en el cuerpo corruptible que obedece las leyes de la naturaleza carnal, pero
por nuestro nuevo nacimiento hemos sido formados con una naturaleza espiritual
y eterna. El momento en el cual nacemos de nuevo por la fé, comienza nuestra
vida eterna, no tenemos que esperar al día de la muerte de nuestro cuerpo para
empezar a disfrutar de la vida eterna que Dios nos ha regalado. La vida eterna
ya empezó para nosotros los que hemos nacido de nuevo y desde ahora en adelante
no moriremos jamás porque la vida nueva tiene la propiedad de ser eterna.
Jesucristo venció a la muerte y esa es la victoria que nos ha traspasado
dándonos vida, la muerte ya no tiene poder sobre nosotros porque fuimos
salvados de ella y aunque nuestros cuerpos mueran permanecemos con vida para
siempre y conscientes de nuestra propia existencia.
Tener vida eterna debe cambiar nuestra concepción del tiempo. Todo
lo que hemos vivido es sólo un instante comparado con la eternidad que
viviremos. Hay etapas de nuestra vida en las cuales nos mueve la urgencia la
preocupación incluso la desesperación por lograr metas que nos hemos impuesto
en ciertos tiempos. Conseguir logros personales lo más pronto posible para
algunos puede ser la prioridad y ocupan su vida en cosas que finalmente perecen.
Es tiempo de ocuparnos de nuestra vida futura, de crecer espiritualmente para ir madurando y creciendo en el espíritu, el Apóstol Pedro nos dice en 1 Pedro 2:2: “Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación”
Nuestra
vida nueva debe ser encausada para el crecimiento, entendiendo que la meta es
que la imagen de Cristo sea formada en nosotros antes de la muerte de
nuestro cuerpo, porque una vez que éste muere no se puede hacer nada más.
Escudriñando las escrituras:
Lectura: Gálatas 6:8
1 ¿Qué se
puede cosechar de sembrar en la carne?
R:______________________________________
2 ¿Qué se
cosecha al sembrar para el espíritu?
R:_______________________________________
Lectura 1 Juan 5:11 /Juan 6:47
1 ¿En qué
tiempo tenemos vida eterna en el presente o cuando nos morimos?
R:____________________________
¿En quién
está la vida eterna?
R:____________________________
Lectura: Juan 5:24
Indique cuales son las dos condiciones que el Señor pone para
tener vida eterna:
a)
_________________
b)
_________________
Lectura: Juan 17:3
¿A quienes debemos conocer para tener la vida eterna?
R:__________________________________________
Basado en las
citas anteriores, responda: tener vida eterna ¿es por de fe o por obediencia?
R:______________________________________
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