martes, 23 de octubre de 2018

Comunión intima


El hecho de ser morada de Dios nos da una identidad marcada por el propósito que tiene un templo, en especial la conexión con Dios que debemos reflejar y ésto se consigue sólo con la oración.  Entendemos la oración como la comunicación necesaria con Dios tanto colectiva como individualmente, con el propósito de mantener una relación personal con el Señor. Quien no mantiene una relación con Dios, podría entender la oración como un deber o una obligación, algo así como pagar una cuota semanal o mensual de teléfono para que no le corten el servicio.


Cuando el Señor Jesucristo enseña a orar, en Mateo 6:5, da las siguientes instrucciones: “ Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. En primer lugar plantea la motivación al orar en público y nos señala que no debe ser para ser vistos o escuchados por los demás, para  que todos queden impresionados con las palabras y la elocuencia de nuestra oración, esto no quiere decir que la oración en  grupos debe ser evitada, sino solamente que cuando oremos debemos concentrarnos en que es el Señor quien nos debe escuchar.

Respecto a la forma, nos dice en Mateo 6:6: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público." Aquí nos plantea algo distinto a la oración colectiva, a éste tipo de oración lo llamamos comunión íntima. La comunión íntima requiere un estado de concentración y atención exclusiva durante un determinado tiempo. No es lo mismo que la oración que se puede hacer cuando caminamos o vamos en un bus, es muy diferente conversar con alguien mientras caminamos por la calle a conversar con esa misma persona cara a cara y en privado, la profundidad de los temas de los que se puede conversar es muy diferente. La concentración de la comunión íntima requiere hacer frente a las distracciones que el enemigo puede poner en nuestra mente y por eso debemos aprender a luchar contra esas distracciones.

La comunión íntima es un ejercicio espiritual que requiere aquietarse ante la presencia del Señor, por la fe nos podemos visualizar en lugares celestiales, y tener una instancia de expresión hacia él que puede ser de diferentes maneras, no solamente la oración que conocemos, estos momentos de comunión puede ser enriquecidos por alabanza, adoración, acción de gracias, cántico nuevo y otras expresiones que irán fluyendo desde nuestro interior, en la medida que le demos libertad al Espíritu Santo.

Estando en este estado de profunda comunión con el Señor también podemos hacer lo que dice el Apóstol Pedro: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pe 5:6-7). Es solamente cuando “derramamos” todas nuestras preocupaciones y ansiedades a sus pies, cuando podemos experimentar como “la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil 4:7)

Para quienes les es difícil aquietarse en la presencia del Señor, puede ser una excelente ayuda repetir la oración del “padre nuestro” hasta que podamos eliminar los pensamiento distractores que impiden la concentración, o reemplazarla por la misma oración dicha en primera persona y de a poco ir variando a una expresión personal, conservando el sentido original de la oración.

Otra práctica que puede ser de gran edificación es orar las escrituras, ésta consiste en tomar un pasaje, como por ejemplo Efesios capítulo 1, y transformarlo a una expresión en primera persona dirigido al Señor: “Bendito seas padre de mi Señor Jesucristo que me has bendecido con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo, tú me escogiste antes de la fundación del mundo para que fuese santo(a) y sin mancha delante de ti…”. De la misma manera se pueden tomar Salmos y orarlos en primera persona. Debemos recordar que toda palabra salida de la boca de Dios es de bendición para nosotros y orando las escrituras podemos edificar nuestra fe.




Descargar

No hay comentarios:

Publicar un comentario