Gobierno de Dios (2)

REPRESENTACIÓN DIPLOMÁTICA

Todo gobierno legítimamente constituido tiene una representación diplomática en todos los países en donde se le reconoce, a esto le llamamos embajada. Nuestro gobierno, también tiene una embajada en la tierra y la llamamos Iglesia, ella está formada por embajadores que representamos los intereses de nuestro gobierno (2Cor 5:20). La gran diferencia con otros gobiernos es que sus embajadores no pueden llevar a otros a estar bajo el gobierno que representan, nosotros en cambio, tenemos la misión de ser sal y luz de este mundo y traer al reino de Dios a la gente de todas las naciones.

MARCO LEGISLATIVO

La autoridad tiene sentido por la capacidad que se le confiere para gobernar mediante la ley. Todos los tipos de gobierno establecen un marco legislativo que permita regular el comportamiento de todas las personas que se rigen por esa autoridad o están bajo ese gobierno. Dios ha gobernado desde el principio mediante ordenanzas y mandatos que él dio a hombre fieles de la antigüedad, para luego entregar su ley a Moisés. En su primera venida Jesucristo nos reveló la voluntad de Dios y nos dejó sus enseñanzas que debemos entender como la ley de Dios y, a diferencia de las leyes de los gobiernos humanos que regulan sólo el comportamiento de las personas, la ley de Dios regula las actitudes, motivaciones, sentimientos y además nuestro comportamiento personal y como pueblo.     

SISTEMA DE EDUCACIÓN

Jesucristo nunca planteó el que nosotros fuéramos sus seguidores sino que  fuéramos sus discípulos, este concepto implica que debemos aprender de él que es el Gran maestro, en primer lugar, y de “toda palabra que salga de la boca de Dios”. El sistema de educación está ligado a la ley y los mandatos de Dios desde la formación de la nación de Israel, puesto que se transmitía de padres a hijos, de la misma manera como se transmite el lenguaje, las costumbre y la cultura hebrea, la ley se enseñaba de padres a hijos llevando un marcado acento afectivo (Dt 11:18-19), ya que los hijos aprenden de sus padres.

En la gran comisión Jesucristo nos manda que debemos conformar un sistema para hacer discípulos, mediante el cual podamos transmitir todas sus enseñanzas. En el evangelio de Mateo 28: 19-20, el mismo Señor nos manda, en primer lugar, a hacer discípulos que aprendan de él, que crezcan, que avancen en el conocimiento y la práctica de sus enseñanzas y también nos indica que el contenido de las enseñanzas fundamentalmente debe ser lo que él había mandado. En esta comisión el Señor le deja a la iglesia una gran tarea de extensión y divulgación de sus enseñanzas, pero eso no se refiere solamente a enseñar el texto, sino la experiencia práctica de la vida en Cristo tal como él lo hizo, él no enseñó solamente la palabra sino que dio su ejemplo (Hch 1:1). De esa manera se define un sistema de  formación de discípulos en el aspecto vivencial, se debe enseñar a vivir los mandatos del Señor, cumplir con su palabra en un marco de relación afectiva, como un padre enseña a sus hijos (Ga 4:19), o como un hermano mayor cuida y enseña a su hermano menor, dándole el ejemplo, a ese sistema de enseñanza le llamamos discipulado.

ESTRUCTURA JERÁRQUICA

Para explicar este punto nos centraremos en el cuerpo representante del gobierno de Dios en la tierra que es la Iglesia. En primer lugar mencionamos que la autoridad máxima de la Iglesia es el Señor Jesucristo (Ef 1:22). Él mismo eligió a doce hombres para que estuviesen con él, a quienes se les llamó apóstoles y les dio autoridad sobre los demonios (Mt 10:1), a estos envió a predicar el evangelio. Luego de la muerte y resurrección del Señor Jesús, los apóstoles asumieron la posición de liderazgo en la Iglesia puesto que ellos enseñaban a quienes estaban siendo incorporados a la naciente Iglesia de Jerusalén, fue por esa razón que los líderes religiosos responsabilizaron a los apóstoles y principalmente a los apóstoles Pedro y Juan por la divulgación del evangelio en la ciudad. Por lo tanto los apóstoles eran la autoridad reconocida tanto dentro como fuera de la Iglesia dándole su característica de Apostólica.

En efesios 4:11-12 se nos revela que fue Jesucristo quien constituyó a unos apóstoles, a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.  Esta estructura fue establecida antes de la muerte y resurrección de Jesucristo por lo tanto estaba en pleno funcionamiento en el momento de la persecución a los apóstoles. En 1 Corintios 12:28 el Apóstol Pablo nos entrega una estructura jerárquica más detallada “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.” Este ordenamiento era la columna vertebral para el funcionamiento de la Iglesia Apostólica de Jerusalén.

En el tiempo presente el Señor ha querido restablecer esta estructura jerárquica dada a la Iglesia original, ha puesto primeramente a apóstoles por medio de los cuales ha ido restaurando las enseñanzas de las escrituras bajo la revelación fundamental del Reino de Dios y el señorío de Cristo. Los demás ministerios, dados a la Iglesia para su edificación, son puestos por Jesucristo y establecidos por reconocimiento en el ejercicio de sus funciones.  

¿COMO SE VIVE EN EL REINO DE DIOS?

El Reino de Dios lo debemos vivir aquí y ahora obedeciendo al Señor Jesucristo en la tierra, y también viviremos en obediencia en el cielo, aquí en la tierra se debe vivir en cada instancia, en nuestra la casa, en el matrimonio, en la crianza de los hijos, en los estudios, en la universidad, en el trabajo, en la Iglesia, con los hermanos, en todo debemos vivir bajo la autoridad de Cristo, como lo dice la oración del Reino de Dios: "Venga tu Reino, sea hecha tu voluntad así como se hace en los cielos así también sobre la tierra", esta oración la podemos hacer en términos personales pidiendo: venga tu Reino a mi vida y que pueda hacer tu voluntad, así como se hace en el cielo así pueda hacerla  en esta tierra. Vivimos el Reino de Dios cuando estamos en obediencia al Señor, cuando le damos la gloria y la honra con nuestras acciones, nuestros pensamiento y toda nuestra vida.