jueves, 4 de octubre de 2018

De las tinieblas al Reino de Dios



Al pasar por la puerta estrecha del arrepentimiento somos trasladados de la potestad de las tinieblas al Reino de Dios, gracias a que el sacrificio de Jesucristo nos permite ser perdonados por él (Col 1:13-14). Entrar al Reino de Dios supone un total y radical cambio a nivel espiritual, pero requiere ser renovados en el entendimiento respecto al significado y el efecto que este hecho provoca en nosotros. Nadie puede entrar al Reino de Dios sin reconocer la absoluta soberanía de Jesucristo sobre su propia vida.
En el Reino de Dios la autoridad de Cristo sobre nosotros es por RECONOCIMIENTO no por imposición, somos nosotros los que en plena libertad y voluntariamente reconocemos la autoridad de Jesucristo, no somos obligados, él no nos humilla para que reconozcamos su Señorío, somos nosotros los que nos humillamos ante él. 
 
LA POTESTAD DE LAS TINIEBLAS.

Bajo la potestad de las tinieblas Satanás pone el gobierno de nuestras vidas en nuestras manos con el único propósito de que no obedezcamos a Dios, a él no le interesa que le adoremos abiertamente, si desobedecemos a Dios para él es suficiente, nos dice: tú te gobiernas, tú decides, tú te forjas a ti mismo. Por eso bajo su potestad cada uno hace los que mejor le parece, cada uno es dueño de su propio destino, nos forjamos a nosotros mismos y también definimos que tipo de persona queremos ser. En esa “libertad” la mayoría de nosotros decidimos ser buenas personas, intachables ante los demás, incluso podemos decidir que seremos creyentes, decidimos qué hacer con nuestro dinero y con nuestra familia, en todo orden de cosas nosotros ponemos la medida de lo bueno y lo malo, y en muchos casos tomamos las enseñanzas de Jesucristo solamente como referencia y las obedecemos según nuestra propia conveniencia, porque Satanás pone al hombre como el Señor de su propia existencia. En este esquema el “YO” ocupa el trono, es el centro de todo, incluso el mismo Señor Jesucristo trabaja para nosotros, para cumplir nuestros anhelos nuestros sueños y expectativas, tampoco damos cuenta ante nadie de nuestras actos porque somos libres de hacer lo que nosotros decidimos. Lo peor de todo es que no podemos salir de ese esquema aunque queramos, porque estamos DOMINADOS, obligados  a seguir permanentemente atados al pecado de la desobediencia, la independencia de Dios y la autosuficiencia.

TRASLADADOS AL REINO DE DIOS.

Pero bendito es el Señor Jesucristo que nos trasladó del Dominio de las tiniebla a su Reino eterno, por su sangre fuimos comprados y lavados de nuestros pecados y ahora somos hijos de Dios (Col 1:13).
Ser trasladados al Reino de Dios supone un profundo cambio en la mentalidad, porque aquí entramos en un esquema de gobierno sobre la propia vida, incluyendo la mente, los pensamientos las emociones y todo nuestro ser. Por eso al entrar al reino de Dios nos debemos  rendir absolutamente ante el Señorío y autoridad del Señor. Desde ese momento en adelante él es el dueño de todo nuestro ser. Su gobierno deja de estar limitado a nuestra vida de “Iglesia” y a algunos días de la semana, ahora se extiende a todos los aspectos de nuestra vida para que lo gobierne todo: el matrimonio, la vida familiar, el trabajo, las relaciones personales, el ambiente laboral, el trato con los demás, el carácter personal, la intimidad del matrimonio, la administración de los recursos, las actitudes personales etc. Irónicamente muchas veces podemos entender que Jesucristo es el Señor de todo el universo, del cielo, la tierra y todo lo creado, pero no aceptamos que él gobierne nuestra propia vida.

NUEVA ACTITUD

El primer cambio que tenemos que experimentar es la actitud que demostramos ante la autoridad porque el hombre viejo está dominado por una actitud de rebelión, y cuestionamiento a la autoridad, por eso  le es difícil sujetarse y obedecer, y bajo la soberania de Cristo debemos humillarnos reconociendolo como Señor (1 Pe 5:6). En el Reino de Dios debemos sujetarnos dócilmente a la palabra de Dios, a la voz del espíritu Santo, a la voz de la Iglesia e incluso sujetarnos unos a otros sin que nos tengan que imponer la autoridad. Esa es la mayor transformación que el Señor hace tal cual lo dice el profeta Ezequiel: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.  Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”(Ez36:26-27).













Escudriñando las escrituras



Lectura: Efesios 2:1-3



¿Quién gobierna la corriente de este mundo?



R:_________________________________________



¿Cómo viviamos cuando eramos del mundo?

R:_________________________________________


Lectura: Lucas 14:11

¿Qué sucede con quien se exalta a si mismo?

R:________________________________________

¿Qué le sucede a quien se humilla delante del Señor?

R:________________________________________


Lectura: Efesios 4:1-2

¿con que actitud espera el Apóstol que vivamos con los hermanos?

R:________________________________________


Lectura: Romanos  6:16-18

Quienes viven en las tinieblas son _____________del pecado
El Señor nos libra, y nis traslada a su reino en donde somos
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