Discipulado Cristiano: El hombre nuevo debe crecer

Una vez que ha nacido en nosotros el hombre nuevo, como resultado del bautismo del Espíritu Santo, debemos preocuparnos de su crecimiento, el Apóstol Pedro lo dice así en 1Pe 2:2 “Desead como niños recién nacidos, la leche no adulterada para que por ella crezcáis para salvación”. Es decir después del nacimiento debe haber una natural preocupación por el crecimiento espiritual que trae como resultado la transformación del comportamiento.

El termino “crecer” que ocupa el apóstol Pedro se refiere a un paulatino desarrollo e implica necesariamente la superación natural de diferentes etapas en el crecimiento. Otro término asociado a crecimiento es el usado por el propio Jesucristo para designar a sus seguidores, los llamó “discípulos”. El sentido real de ser un discípulo de él es el aprendizaje tanto de las enseñanzas como de la práctica de ellas, en otras palabras un discípulo de Cristo es aquel “que oye estas palabras y las hace…” (Mt 7:24). Para el Señor no es suficiente el hecho que sepamos o conozcamos lo que él dice sino además que lo practiquemos. Es decir ser discípulo de Cristo implica el saber y el hacer su voluntad. Ese crecimiento sostenido se puede comparar al proceso de aprendizaje de un alumno que empieza en primer año de enseñanza básica y a medida que avanza aprende a leer, escribir, sumar, restar etc. hasta que termina la enseñanza básica y luego la enseñanza media, en cada etapa desarrolla habilidades cada vez más complejas hasta llegar a la meta de la enseñanza profesional.

¿QUIEN DEBE CRECER?

Ya sabemos que el hombre viejo debe morir es decir desaparecer, en términos prácticos la naturaleza carnal muere durante un proceso cuya duración no depende del Señor sino de nosotros mismos, podemos morir lenta o rápidamente, pero al mismo tiempo la naturaleza espiritual del hombre nuevo debe ir creciendo.

El hombre nuevo es que el debe crecer, quemar etapas, madurar en un trayecto de vida al que le llamamos “el camino”. Y como todo camino éste tiene un punto de partida, en nuestro caso la conversión y el bautismo, luego un proceso de formación durante el cual se espera que el hombre nuevo ponga en práctica las enseñanzas del Señor, para llegar finalmente a una meta. El apóstol Pablo plantea que la meta es “ser hechos conforme a la imagen de Jesucristo” (Ro 8:29), y es imposible que el hombre carnal sea hecho a la imagen de Jesucristo.

¿QUIEN ES EL HOMBRE NUEVO?

Ya sabemos que el hombre nuevo nace engendrado por el Espíritu Santo, no nace DE nosotros sino EN nosotros. Gálatas 2:20 dice:“²⁰Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Aquí el Apóstol Pablo se identifica claramente con la naturaleza carnal y se considera a sí mismo crucificado con Cristo e identifica a Cristo como quien vive en él. En la carta a los Efesios el mismos Apóstol les dice a los hermanos que deben ser fortalecidos en el hombre interior por su espíritu, “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones.” (Ef 3:17).

Es por la fe que podemos decir que Cristo vive en nosotros y mora en nuestros corazones, él es quien cumple la condición de ser engendrado por el Espíritu Santo por otra parte si no somos nosotros quienes nacemos de nuevo el único que puede nacer en nosotros como el hombre nuevo es el propio Jesucristo. Por esta razón podemos afirmar que Cristo nace en nosotros, se desarrolla y finalmente es posible que podamos ser hechos a su imagen porque nace en nosotros.

Escudriñando las escrituras

Lectura: hebreos 5:12-14

De acuerdo al texto leído responda las siguientes preguntas:

V12: ¿Cual es el motivo por el que el Apóstol amonesta a los hebreos?