martes, 11 de septiembre de 2018

Hasta que la muerte nos separe



Para un matrimonio cristiano en donde ambos son convertidos y reconocen la soberanía o Señorío de Jesucristo sobre el matrimonio, el pacto matrimonial no debe ser delante del Señor sino con el Señor de esa manera se hace un pacto con él. Sabemos que un pacto con el Señor no se puede disolver porque él no desecha ninguno de sus pactos y nuestro pacto con el Señor por el matrimonio es hasta que la muerte nos separe. Supongamos que nos queremos divorciar, para hacerlo debemos ir delante del Señor y pedirle que él disuelva el pacto y que se olvide de la promesa que le hicimos, este enfoque nos deja claro que el Señor no quebrantará ese pacto aunque nosotros pongamos todos los
argumentos que queramos, él nos hará cumplir los términos de la promesa, en Eclesiastés 5:4-5 dice:  Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas".




DIVORCIO Y RECASAMIENTO BAJO EL GOBIERNO DE DIOS

El divorcio se define como la disolución del vínculo matrimonial, después del divorcio ambos cónyuges pueden volver a casarse con personas distintas, sin ningún impedimento. A Jesús se le acercaron unos fariseos y le preguntaron si era lícito al marido repudiar a su mujer (darle carta de divorcio), ellos tenían como respaldo la ley de Moisés que permitía el divorcio, pero el Señor les dijo "Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento" pero al principio no fue así (Mr 10:2-6) en Marcos 10:11-12 continua "y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.

Aquí Jesucristo asumiendo su autoridad y Señorío da un mandato que es superior al anterior dado por Moisés, plantea que bajo su gobierno, quien se divorcia y se vuelve a casar comete adulterio, o sea, el segundo matrimonio no es matrimonio sino una condición de pecado: ADULTERIO. Esto se aplica a la persona divorciada que se casa y a la  que se casa con la(el) divorciada(o). No es matrimonio, es adulterio.

El apóstol Pablo aclara más aún el espíritu de la ley del Señor en 1 Corintios 7:10-11 nos dice: "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe de su marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer." Es importante entender que Pablo aclara que éste es un mandato del Señor Jesús, por lo tanto es para toda la humanidad no sólo para los creyentes, es la voluntad de Dios para la unión entre un hombre y una mujer, y su mandato es claro, nuestro gobierno a decretado: "que los esposos no se separen y si se separa quédese sin casar". 
 
   
El gran cuestionamiento que podemos hacer es que estas normas las puso el Señor sólo para los cristianos. Para resolver  ese dilema debemos tener claro lo siguiente: ¿Jesús es Señor sobre los creyentes solamente?  Jesucristo es Señor sobre creyentes y no creyentes, su señorío es UNIVERSAL por lo tanto sus órdenes deben ser obedecidas por todos, es obvio que siendo Jesús el Señor el mundo no lo obedece, se divorcian y se vuelven a casar ignorando sus mandatos, y es precisamente ese el  pecado del cual deben arrepentirse cuando entran en su Reino. 

Otro aspecto sobre el pacto matrimonial es la legitimidad ante Dios. Todo matrimonio se establece porque Dios los une, todos quienes se casan están conscientes y prometen que será hasta que la muerte los separe, sean cristianos o no. Esto quiere decir que Dios considera y bendice a todos los matrimonios, la prueba es que si un matrimonio se convierte, no es necesario volver a casarlos, ese matrimonio tiene validez para el Señor aunque no tenía la bendición de la Iglesia y cumple su propósito incluso antes de que llegaran a Cristo. Nadie puede decir que ese matrimonio cuenta sólo desde el momento en que se convirtieron al Señor.

Por último tenemos que agregar que lo único que termina el pacto matrimonial con el Señor es la muerte de uno de los dos o de los dos cónyuges, el Apóstol Pablo lo dice claramente en Romanos 7:2-3 "Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera."

SEPARACIÓN

La separación entre marido y mujer es el estado en el cual ambos no comparten una vida en común y generalmente no viven en la misma casa. ¿es lícita la separación?. En 1 Corintios 7:10-15 se nos presentan dos casos bien definidos:
1.   Los matrimonios en los que ambos son convertidos, para ellos el mandato del Señor es que no se separen, y si se separan hay solo dos posibilidades, que se reconcilien o que ambos permanezcan sin casarse por segunda vez.
2. En el caso en que uno de los dos sea convertido y el otro no lo sea, tampoco es deseable la separación pero si el cónyuge  no convertido quiere separarse puede hacerlo, se presenta ésta posibilidad para que la(el) hermana(o) pueda vivir en paz, pero no puede volver a casarse, en estos casos el discípulo se debe sujetar a los consejos dados por las autoridades de la Iglesia que deben revisar su situación.

Resumiendo:
1. El pacto matrimonial debe ser con el Señor.
2. Dios no quiere que marido y mujer se separen.
3. Si marido y mujer se separan ambos deben quedar sin volver a casarse.
4. Si uno de los dos cónyuges que se separan se vuelve a casar, está en pecado de adulterio, no es matrimonio.
5. El pacto matrimonial dura sólo hasta la muerte de uno de los dos cónyuges. El viudo(a) que se casa no comete adulterio.
6. Para el Señor la separación no es deseable pero en casos de discípulos casados con no convertidos, se puede revisar caso a caso.


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