miércoles, 29 de agosto de 2018

La puerta estrecha

Cuando Adán y Eva pecaron se provocó un gran quiebre entre el reino de Dios y el dominio de las tinieblas, por esta causa ellos fueron expulsados del jardín de Edén e incluso Dios puso un ángel en la entrada y una espada de fuego para evitar que volvieran a entrar (Gn 3:24). De la misma manera salir del Edén marca la salida del hombre del Reino de Dios y así como no podían volver a entrar al paraíso así tampoco podían volver a entrar  en el Reino de Dios.Se había provocado un abismo o un muro infranqueable que nadie podía pasar  hasta
la venida de Jesucristo, él con su muerte en la cruz abrió una puerta que permitía que el hombre volviera a su lugar de origen en el Reino de Dios.

Jesucristo se revela así mismo como la puerta para entrar al Reino de Dios (Jn 10:9), pero lamentablemente para nosotros la puerta es estrecha, no se puede pasar con facilidad, incluso no se puede entrar de pie. Esta es la puerta del perdón, nadie puede volver al Reino de Dios sin pasar por esta puerta. 



Jesucristo empieza su ministerio predicando “arrepiéntanse porque el reino de los cielo se ha acercado”, el arrepentimiento incluye el acto de pedir perdón a Dios y en ésta acción de humillación es cuando nuestra naturaleza carnal cuya característica principal es el orgullo muere. Pero el solo pedir perdón de rodillas todavía no nos permite entrar. La única alternativa para pasar es la total postración, y éste acto se convierte en una RENDICIÓN ante la soberanía absoluta de Jesucristo que, desde ese momento en adelante, pasa a ser el Señor de nuestras vidas. Para entrar al reino de Dios se requiere una actitud diferente ante la soberanía del Señor, no se puede permanecer en la actitud desafiante ante la autoridad desobedeciendo los mandatos del Rey de Reyes y Señor de Señor. Es por eso que debe morir el viejo hombre que heredó en su naturaleza la desobediencia y  la rebelión. La rendición tiene una connotación militar es la renuncia a seguir luchando contra el Rey victorioso, y entregar a él todos los bienes, las posesiones incluso la vida que, desde el momento de la rendición, le pertenece al vencedor de la batalla, él puede matar o dejar vivir a quien se rinde (Lc 14:31-32). Para conservar la vida quien se rinde renunciar a sus derechos y pasa a tener un compromiso de hacer la voluntad del vencedor.

Al pasar por la puerta estrecha del arrepentimiento y el perdón, el mismo Señor ante quien nos rendimos nos hace nacer de nuevo, nos da un espíritu renovado y es eliminado el pecado de nuestra vida. Rendirse no significa quedarnos sin nada al contrario, es ganarlo todo: la vida eterna, la identidad de hijo, la reconciliación con el padre.

Para ilustrar el paso por la puerta del arrepentimiento y el perdón, supongamos que somos egoístas, ésta es una característica del hombre viejo y por lo tanto debe morir, para que muera tiene que pasar por la puerta estrecha del arrepentimiento, es decir confesamos nuestro egoísmo como pecado, nos arrepentimos y pedimos perdón a Dios. La obra de Dios consiste en que él perdona nuestro egoísmo y pone un espíritu nuevo de generosidad en nosotros, es él quien pone un corazón generoso junto con el perdón, ¿Qué hacemos nosotros? Morimos, ¿Qué hace él? Nos perdona y nos hace nuevas criaturas






Escudriñando las escrituras
Lectura Mateo 7:13-14
¿Porque, cree usted, que es fácil tomar el camino de la perdición?
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¿Que significa que la puerta a la vida sea estrecha?
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Lectura, Lucas 13:24
¿En qué aspecto tenemos que esforzarnos para entrar por la puerta angosta?
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Lectura: Lucas 14:33
¿Que debemos hacer con nuestras "posesiones" si queremos ser discípulos de Cristo?
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