martes, 20 de noviembre de 2018

Amar al prójimo

Amor es un término que describe un sentimiento muchas veces mal interpretado y definitivamente no lo podemos separar de la naturaleza de Dios, partimos de la definición que su palabra nos revela, Dios es amor (1Jn 4:8), por este motivo definimos el amor no desde el punto de vista de las emociones y sentimientos humanos sino en base a la demostración que  Dios nos ha dado de su amor (griego: ágape). Esto implica que el amor de Dios es nuestra referencia y aceptando como un hecho que él nos ama, podemos entender que la medida del su amor está en la demostración que él nos ha hecho mediante sus acciones. El amor de Dios no se mide por las emociones sino por las acciones.
AMOR CON SACRIFICIO.
En primer lugar, Juan 3:16 nos dice que la demostración del gran amor de Dios tiene una medida dice: “de tal manera amo Dios al mundo que ha dado a su hijo…”, esto implica una expresión de amor de la más alta connotación que es equiparada a la acción de Dios de entregar a su hijo unigénito en sacrificio por nosotros, con el propósito de la salvación del mundo. El más alto sacrificio es la demostración del más grande amor. Por otra parte el amor del Hijo también se demuestra en su propio sacrificio en Juan 15:13 dice: “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” nuevamente el amor ágape se evidencia por el nivel de sacrificio, en este caso de Jesucristo, él expresa el amor mediante la disposición a entregar su propia vida por nosotros.
De ésta manera podemos decir que el amor ágape no es sólo una emoción que podemos tener por una persona, además debe ser acompañada por la demostración o evidencia concreta del sacrificio que estamos dispuestos a hacer por esa persona. Ya sabemos que la naturaleza carnal no puede mostrar o generar en sí mismos el amor de Dios, el único que puede amar con el amor ágape es el hombre nuevo ya que éste es el fruto del espíritu. El amor de Dios no nace de la carne sino del espíritu, en la carta a los Romanos 5:5 el Apóstol nos dice que “…el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”, eso quiere decir que el nuevo hombre está lleno del amor de Dios y por lo tanto capacitado para entregarlo como el fruto del espíritu (Gal 5:22).
¿Cómo podemos mostrar a Dios que le amamos? A él no se le puede amar con el amor carnal, se le debe amar con amor ágape y el sacrificio que muestra la evidencia de que lo amamos es morir a nosotros mismos, sin sacrificio no se puede mostrar el amor a Dios.  Jesucristo nos dice que para permanecer en su amor debemos guardar sus mandamientos (Juan15:10) y no se puede guardar sus mandamientos sin sacrificar la carne.
AMAR AL PROJIMO
Al estar bajo el gobierno de Jesucristo debemos estar dispuestos a obedecer su ley expresada en sus mandamientos y aunque podemos encontrar muchos de ellos en los evangelios, el mismos los resume todos en uno sólo  en Juan 15:12 dice: “este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado”. El Señor quiere que nos amemos unos a otros y no nos deja a nuestro propio criterio la medida del amor al prójimo. En la ley estaba claramente establecido que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos, pero éste nuevo mandamiento pone una medida mucho más alta porque se hace en relación al sacrificio de Jesucristo, el dio su vida por nosotros y espera que esa sea nuestra meta en el camino del amor.
El Apóstol Pablo en 1 Corintios cap.13  relaciona en forma estrecha el amor y el sacrificio, entendiendo que alguien podría hacer grandes sacrificios por otras personas pero sin amor (1 Cor 13:3), entonces los dos elemento deben darse unidos, no puede haber amor si no estamos dispuestos al sacrificio y que nos sacrifiquemos por los demás no significa nada, si no es por amor. En el mismo capitulo nos entrega una descripción de algunas características que se manifiestan cuando tenemos el amor de Dios: “4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Es necesario aclarar que el apóstol nos entrega todas estas características para  que nosotros podamos examinarnos y determinar si tenemos el amor de Dios por nuestros hermanos, no para examinar si los demás nos aman. 

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