sábado, 15 de diciembre de 2018

La salvación y el reino de Dios


En primer lugar, debemos revisar el concepto común que tenemos de salvación, la primera idea que tenemos es que se trata de “ser librados” de algún suceso catastrófico, por ejemplo decimos que: nos “salvamos” de tener un accidente”, en este contexto la salvación se entiende como la liberación de suceso imprevisto.
En el ámbito de la enseñanza Cristiana, muchas veces perdemos el sentido y parte del significado del concepto ya que la salvación y el hecho de ser salvos parece ser una cualidad, como ser moreno o ser bajo, por esa razón es necesario revisar la enseñanza.

1.- EL DECRETO:

Una de las cualidades de Dios es la justicia, en esa Justicia Divina el pecado es absolutamente condenado y ésta condenación es traspasada a la persona que practica el pecado. Eso quiere decir que por causa del pecado estábamos condenados. Esta condenación absoluta la encontramos en Ez 18:20 que dice “el alma que pecare esa morirá…” la sentencia es la misma pronunciada por Dios sobre Adán y Eva en el Edén por lo tanto es eterna.  
De esta manera, por la justicia de Dios y reconociendo nuestra condición de pecadores (Jn 1:10), estábamos condenados a la muerte, es decir separados de la vida, lejos de Dios.



2.- LA SALVACIÓN

La sentencia a muerte sobre el hombre por su pecado fue dada por Dios y para que cada uno de nosotros fuera perdonado la condición que él mismo impuso fue el derramamiento de sangre (Hb 9:22). En el antiguo pacto esto se hacía mediante el sacrificio de un animal cuya sangre era derramada para el perdón de cada pecado. En el nuevo pacto la sangre derramada para el perdón de pecados fue la de Jesucristo. El apóstol Pablo lo explica así:  
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, (Col 2:13-14)
Este pasaje habla muy claramente de la obra de Jesucristo en la Cruz, en primer lugar se establece que si cometemos pecado, o estamos en pecado, estamos muertos y que la vida viene por recibir el perdón. Entonces el decreto que establecía la pena de muerte sobre nosotros, es anulado y somos librados o “salvados” de la muerte. En términos espirituales la salvación es “la liberación que Dios da, de sufrir la muerte como consecuencia del pecado, mediante el perdón que recibimos por la fe en el sacrificio de Jesucristo”. Somos salvados del pecado y de su consecuencia directa que es la muerte. Entonces nuestra salvación se concreta solamente en el momento en que somos perdonados de nuestros pecados y no cuando recibimos a Jesucristo como nuestro salvador personal.


3.- LA SALVACIÓN Y EL REINO DE DIOS

El mensaje de Juan el bautista era “arrepiéntanse porque el reino de los cielos se ha acercado” el propósito por el cual aparece este mensaje era preparar el camino para la aparición de Jesucristo que traería el reino de los cielos y la gente venía de todas partes, confesaban sus pecados y eran bautizados para perdón de pecados (Mt 3:1-6). Juan vino a mostrar la puerta para entrar y es precisamente el perdón de Dios lo que permitía la entrada.
Como podemos observar el perdón de Dios, tiene a lo menos dos consecuencias:

a.           Somos salvos.
b.           Entramos al reino de Dios.

Esto nos muestra claramente que ambos conceptos son equivalentes porque son resultados del perdón de Dios. En otras palabras ENTRAR al reino de Dios nos hace “salvos”, nos salva de la muerte eterna. El  Reino de Dios es el arca de nuestra salvación, al igual que en los días de Noé, quienes entraron al arca fueron salvados  de morir en el diluvio, así nosotros al entrar al Reino de Dios somos salvados de la muerte. No podríamos establecer que la salvación es primero que la entrada al Reino de Dios ya que equivaldría a decir que los que entraron al arca primero fueron salvos y después entraron. En Rom 10:9 el apóstol Pablo dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Solo quienes han entrado al Reino de Dios reconocen a Jesucristo como Señor y la confesión con nuestra boca de esa fe sella nuestra propia Salvación. Pero en el reino de Dios la salvación no es la meta que debemos conseguir sino que es solo el inicio, la entrada, después de ser salvos debemos caminar en obediencia al Señor.     

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